Ushuaia
tarde del 7 de Diciembre de 2012
Hace rato que vengo pensando, hace
rato que quiero escribirles, pero cada
vez que lo pienso me digo: son muchas las cosas que compartimos y poco el
tiempo para decirlas. En cuestión de segundos, de minutos pasan por mi cabeza y
mi corazón el día que llegue a Ushuaia y los 8 años que pase aquí en CASA.
Estoy tratando de despedirme de los
alumnos del tercero que se van, de los alumnos del secundario, del primario y
jardín que seguirán, de los papas, de los directivos, de los docentes, de los
preceptores, del personal de maestranza, del personal de la administración, de todos
los que formaron la Casa salesiana en estos hermosos años. Ha sido una de las
experiencias mas ricas y mas desafiantes para mí, en primer lugar como persona,
como sacerdote, como hijo de un Juan Soñador, un Juan que no se dejó abatir
ante las dificultades.
No quiero dejar rastros en este
lugar, solo quiere dejar vida, quiero que quede entre nosotros la VIDA con mayúsculas.
Lo que hemos construido, lo hemos hecho juntos, lo que hemos sufrido, lo hemos sufrido
juntos, lo que hemos conseguido lo hemos conseguido juntos. Nada hay en este
lugar que sea obra de uno solo, es obra y mano de cada uno de los que formamos
y seguirán formando la Casa Salesiana de Ushuaia.
Me cuesta irme, me cuesta partir,
pero me voy con la certeza que hice hasta donde pude, quizás tendría que haber
hecho más, seguro, de forma especial con los chicos y chicas, creo que a ellos
les debo todo, les debo el sentirme bien, les debo el sentirme Amigo, el
sentirme Padre. Gracias por haberme querido aun en los momentos difíciles de
nuestra casa.
Pido perdón a los que no supe ayudar,
a los que no les supe tender una mano, a los que deje en el camino. Mi egoísmo,
mi dureza de corazón quizás no me dejo ver lo mejor de cada una, de cada uno.
Espero haber aprendido algo más, tengo que saber esperar y no desesperar. Tengo
que tener más paciencia.
Gracias al Buen Dios que me ama tan
profundamente y a quien lo siento tan cerca de mi corazón, de mi vida, porque
de distintas formas me hizo ver que no tenía que desesperar, que después de la
oscuridad siempre llega la luz. Te agradezco Dios y Padre Bueno y te pido
perdón por si alguna vez llegue a pensar que me habías abandonado, sos lo mejor
para mi.
Si hay alguien a quien aprendí a
querer en mi vida y que le agradezco a Dios haberlo conocido es a Don Bosco,
para mí es el Padre, es el Amigo. Es una señal
muy fuerte en mi vida, lo quiero con todo mi corazón y lo sentí muy
presente en medio nuestro, lo vi siempre caminando por esta Casa, cuidándonos.
Lo vi cerca, lo vi presente en la mirada de los chicos, en el patio, en la vida
que emergía cada día en esta Casa. Gracias Don Bosco por despertar en nosotros tanta
pasión.
A los chicos de Tercero: gracias por
estos años compartidos por tantas cosas lindas y por tanta vida que trajeron a
la Casa. Les deseo lo mejor, les deseo que sean grandes personas, que tengan
siempre presente que son hijos de Don Bosco, que la casa salesiana los acompaño
durante muchos años y que hoy los despide esperando volver a encontrarnos. No
se olviden de dar testimonio de personas buenas, generosas, anden por la vida
haciendo el bien y amando de verdad. Valoren la VIDA y lo hermoso que ella nos
brinda. Hasta siempre chicos.
Me despido de todos ustedes con un
hasta siempre y un muchas gracias.
Que la
tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos.
Que el
viento sople siempre a tus espaldas.
Que el sol
brille cálido en tu cara,
Y las
lluvias caigan suavemente sobre tus campos.
Y hasta que
volvamos a encontrarnos,
Que Dios te
guarde en la palma de su mano.